Pensar el camino

Pensar el camino

Vivimos en una corriente que nos ha hecho creer que, sino pasamos muchas horas produciendo, estamos desaprovechando nuestro valioso tiempo. Dejando entrever con ello, que no somos personas de provecho. Como si toda nuestra vida tuviera que ir enfocada a la productividad. Como si pensar y trabajar solo se pudiera hacer delante de un ordenador o desde un puesto de trabajo. Detenerse hoy es sinónimo de pasividad; frenar supone quedar relegados. Ante esa corriente negativa, hay personas que nos bajamos de ese tren que no lleva a ningún lado, sino en todo caso, a repetir una y otra vez el mismo trayecto de ida y vuelta, la misma tarea repetida continuamente.

En palabras de Carlos Javier Gonzalez Serrano, profesor de Psicología, profesor de Filosofía, (secundaria y bachillerato), asesor de cultura, colaborador habitual RTVE, autor de: El vuelo de la lechuza (Revista de referencia en humanidades y programa de radio) @aspirar_al_uno (Instagram) entre otras muchas cosas, esta corriente de pensamiento del sistema, ha conducido a un cambio muy perjudicial de nuestra percepción del tiempo, que se nos antoja insuficiente para, precisamente, poder estar presentes en todos lados y en cualquier momento. 

Así aún cuando las voces contaminadas nos venden las ¡26 herramientas de productividad para ganarle la batalla al tiempo y convertirnos en superhéroes de la eficacia!, es preferible hacer espacio en nuestras vidas para la reflexión, para la pausa, para el pensamiento. Cuando caminamos, reflexionamos y damos espacio para diferenciar lo importante de lo urgente, desvincular lo profesional de lo personal, descubrir nuestro potencial, tener claridad, encontrar nuestro ritmo vital y dar un sentido más amplio y profundo a nuestra existencia muy alejada de estas corrientes.

— No imagino mi vida sin aventurarme,
sin discurrir por senderos no transitados
que me permiten evolucionar

Caminar y reflexionar nos permite dibujar nuestra propia identidad. Cuando nos alejamos de la ruta trazada por otras personas, emprendemos un viaje de libertad, valentía, autonomía. Cuando caminamos, las prisas se diluyen. Forjamos nuestra propia independencia, fortalecemos la autoestima. Con la reflexión llega la claridad, el despertar de nuestra conciencia, el orden, la creatividad y sobre todo las respuestas que estábamos esperando.

Kant, concebía el caminar como una “disciplina intelectual”, y Nietzsche, como una historia que se escribe con los pies.

Por otro lado, los más jóvenes están sujetos a un sinfín de estímulos, que junto al alto impacto y distracción que suponen las redes sociales, están impidiendo que se abra un espacio al pensamiento para encontrar sus propias respuestas a este mundo, mientras, los adultos les exigimos que desarrollen su capacidad de pensamiento en un entorno que no lo promueve.

Ángel Romero
Autor Blog — Pensar el Camino
Founder Superbrand

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